
Seguro que todos los pilotos lo han imaginado al menos una vez: enfundarse el mono, entrar con la moto en el pit lane y oír el ruido de las máquinas de carreras a tu alrededor. Es la fantasía de pilotar no en cualquier sitio, sino en un circuito de verdad. Un lugar construido para la velocidad, donde las trazadas son perfectas, el agarre es infinito y el ambiente parece el de un domingo de MotoGP. Para la mayoría de nosotros, es sólo eso: un sueño.
Pero Yamaha pretende hacer realidad ese sueño y ponerlo a tu alcance. Este mes de octubre, la marca organiza la Yamaha Racing Experience 2025 en el flamante Circuito de Sevilla (España). Se trata de un evento de dos días diseñado para los propietarios de la serie R, desde la humilde R3 hasta la incombustible R1.
Sobre el papel, parece un día de circuito. En realidad, es mucho más que eso. Se trata de sentirse como un piloto. El programa se basa en la misma filosofía que ha guiado el deporte durante décadas: correr el domingo, vender el lunes. La diferencia aquí es que tú puedes ser el que se suba a la moto y vea lo que las máquinas de carreras de Yamaha pueden hacer realmente.

Lo que lo hace especial no son sólo las vueltas, aunque hay muchas: ocho sesiones repartidas en dos días, cada una de veinticinco minutos. Los pilotos se agrupan por nivel de experiencia, así que tanto si estás empezando a explorar la conducción en circuito como si eres lo suficientemente experimentado como para perseguir tiempos de vuelta, hay un lugar para ti. Un completo briefing a cargo del ex piloto profesional José Luis Cardoso marca la pauta, seguido de servicios profesionales de cronometraje y fotografías de la pista para que puedas revivir cada momento.
Pero la verdadera magia reside en la compañía. Los pilotos estrella de Yamaha estarán allí, no sólo firmando autógrafos, sino rodando junto a los clientes en la pista. Imagina entrar en una curva sabiendo que estás compartiendo el asfalto con los mismos nombres a los que animas por televisión.
Todo comenzará el 24 de octubre, cuando los participantes pueden dejar sus motos en el Circuito de Sevilla. A la mañana siguiente, la acreditación comenzará temprano, con sesiones matinales, una vuelta de desfile y una cena a pie. No es un banquete formal, pero de eso se trata. Yamaha quiere que te mezcles con sus pilotos, representantes y otros entusiastas en un ambiente relajado y abierto. Se trata tanto de la comunidad como del rendimiento. El segundo día sigue el mismo ritmo: pilotaje por la mañana, pausa para comer, más pilotaje por la tarde y una última oportunidad para conocer a los profesionales antes de volver a casa.

Por supuesto, una experiencia de carrera adecuada requiere algunos aspectos prácticos. El seguro es obligatorio, ya que el entorno del circuito es mucho más exigente que una carretera pública. Los pilotos que ya tienen cobertura sólo tienen que proporcionar su número de póliza, mientras que los que no la tienen pueden contratarla in situ.
También hay disponibles servicios de neumáticos y taller, porque empujar una moto a toda velocidad exige un equipamiento en plena forma. Incluso se han tenido en cuenta los detalles más sencillos: aquellos que dispongan de una autocaravana podrán aparcar en el circuito durante el fin de semana, convirtiéndolo en una auténtica escapada deportiva.
Lo que Yamaha ofrece aquí es algo más que un paquete de sesiones en pista. Es una invitación al mundo que inspira las motos que la gente compra en los concesionarios. La gama R-Series no sólo está diseñada para los desplazamientos diarios o las salidas de fin de semana. Cada modelo está vinculado a un legado de competición, perfeccionado y probado en circuitos de todo el mundo. Permitir a los clientes experimentar esa conexión de primera mano, rodeados de las estrellas de Yamaha, es subrayar por qué la gente se enamora de estas máquinas en primer lugar.
Para los aficionados a este deporte, esto es lo más cerca que pueden estar de vivir el sueño de MotoGP sin tener que firmar un contrato de fábrica. Y para los pilotos de a pie, es la oportunidad perfecta para descubrir lo profunda que puede llegar a ser la conexión entre el hombre y la máquina cuando la pista se convierte en tu patio de recreo.